lunes, 17 de septiembre de 2007

¡¡¡VIVA EL DIECIOCHO!!!

Y nos llegó el dieciocho, como siempre con el aguinaldo, sus cuecas, volantines, rodeos, asados, ramadas, vino tinto y del otro. Es la fiesta de la chilenidad por excelencia. Todos contentos y felices. Las informaciones de prensa y las estadísticas nos traen buenas noticias, cada día nos acercamos más a los estándares internacionales que rigen el concepto de desarrollo.
Entre tanta magnificencia no quisiera pasar por agorero pero pareciera que entre los olores de la carne asada y la jugosa empanada, otras emulsiones rondan por los aires, una suerte de aroma de descrédito, despilfarro, corrupción y desánimo que entrecruza el ramaje de la institucionalidad, y que nace de la propia alma del ciudadano nacional, enturbiando las relaciones sociales, laborales y todo cuanto se cruce en nuestro camino.
Para la muestra algunos rozales: barrios sometidos a la delincuencia, jóvenes que discuten sus derechos pero incapaces de cumplir sus deberes, servicios públicos que no funcionan (y algunos privados tampoco), políticas de gobierno que fracasan estrepitosamente, y que hablan de un Chile desconocido para la mayoría de los habitantes de esta larga y angosta faja de tierra.
Es por eso que en estas Fiestas Patrias he creído oportuno recordar a don Enrique McIver, uno de esos "Padres de la Patria" desconocido para la mayoría, que ofició de político radical y que en 1900 realizó su polémico discurso sobre "LA CRISIS MORAL DE LA REPÚBLICA", del cual doy a conocer algunos párrafos:
"Me parece que no somos felices; se nota un malestar que no es de cierta clase de personas ni de ciertas regiones del país, sino de todo el país y de la generalidad de los que lo habitan... el presente no es satisfactorio y el porvenir aparece entre sombras que producen la intranquilidad.
"No sería posible desconocer que tenemos más naves de guerra, más soldados, más jueces, más guardianes, más oficinas, más empleados y más rentas públicas que en otros tiempos; pero, ¿tendremos también mayor seguridad, tranquilidad nacional, superiores garantías de los bienes, de la vida y del honor, ideas más exactas y costumbres más regulares, ideales más perfectos y aspiraciones más nobles, mejores servicios y más riqueza y mayor bienestar? En una palabra: ¿progresamos?
"Qué ataja el poderoso vuelo que había tomado la República y que había conducido a la más atrasada de las colonias españolas a la altura de la primera de las naciones hispanoamericanas?
"En mi concepto, no son pocos los factores que han conducido al país al estado en que se encuentra; pero sobre todo me parece que predomina uno hacia el que quiero llamar la atención y que es probablemente el que menos se ve y el que más labora, el que menos escapa a la voluntad y el más difícil de suprimir. Me refiero, ¿por qué no decirlo bien alto? A nuestra falta de moralidad pública que otros podrían llamar la inmoralidad pública.
"Hablo de la moralidad que consiste en el cumplimiento de su deber y de sus obligaciones por los poderes públicos y por los magistrados... Hablo de la moralidad que da eeficacia y vigor a la función del estado y sin la cual ésta se perturba y se anula al punto de engendrar el despotismo y la anarquía y como consecuencia ineludible, la opresión y el despotismo, todo en daño del bienestar común, del orden público y del adelanto nacional..."
Así que ¡Salud y buen Dieciocho!
José Miguel Carrera Núñez

sábado, 25 de agosto de 2007

DIVAGANDO SOBRE EL LENGUAJE

PROACTIVO, SINERGIA, OBJETIVOS ESTRAT{EGICOS, PARADIGMA, SISTÉMICO, INCLUYENTE, EXCLUYENTE, COMPETITIVO, COMPARATIVO, PLAN DE CALIDAD, EDUCOMUNICACIÓN, HABILITADORES, FACILITADORES, CADENA DE PROCESOS, MADUREZ EMPRESARIAL, COMPETENCIAS, PERFILES, VISIÓN ESTRAÉTIGA, VISIÓN, MISIÓN...
Tantas palabras que asemejan una amplia avenida llena de múltiples letreros luminosos ofreciendo un mundo que por no tenerlo nos convierte en seres insatisfechos.
Palabras que se han colado en nuestrasredes sociales al punto que aquel que no es capaz de usarlas es tomado como analfabeto e inacapaz de relacionarse "humanamente" con sus pares.
¿Reflejan estas expresiones una nueva realidad en los procesos de gestión administrativa actualmente en uso, o es la aplicación de nuevos conceptos para explicar viejos procesos en la relación del hombre con su entorno?
Si a través de ellas se pretenden explicar los nuevos procesos de transformación tecnológica y humana iniciados en esa rueda sin fin que ha sido la Revolución Industrial, entonces podríamos estar de acuerdo que se conviertan en expresiones definitorias del nuevo acontecer. Pero pareciera que algo más subyace en el ambiente, forman parte de los nuevos tiempos del nuevo siglo, marcados por el consumismo, donde la moda juega un rol fundamental.
Junto con el consumo de nuevos productos que acompañan al ser en todas sus manifestaciones, las palabras van evolucionando hasta convertirse en un nuevo vocabulario, siguen los pasos de las cosas y se muestran a través de dos variables de uso cotidiano: sus conceptos claves sufren de gran ambigüedad y, por otra parte, el uso de estas expresiones cobran vida en un nuevo tipo de hombre lamado emprendedor (¿o depredador de sus semejantes?) que basta las use en frases impactantes para que tenga cobertura y aceptación social.
¿Cómo sobrevivir ante esto? ¿evolucionando junto a ellas? ¿esperar a que sigan su ciclo vital de nacimiento, desarrollo y muerte? la respuesta dependerá de diversos factores, como por ejemplo: los objetivos existenciales y el nivel de la persona que la utilice.
En los medios académicos la presión social y la competencia son tan fuertes, que no sólo es urgente su utilización sino que muchas veces marcan la diferencia entre el el que está dentro y el que está fuera de la organización. Aún más, muchas veces no basta con el sólo hecho de aplicarlas sino que se inventan nuevos conceptos como una forma de ganar la carrera por el poder del idioma y de la figuración social.
El nivel de respuesta dependerá también del ciclo generacional que tenga el operador. La adaptación a los nuevos vocablos se hace cada vez más difícil a medida que van pasando los años; para eso baste recordar que el mundo mental de nuestros cuerpos se ha construido sobre otros significados. Hemos aprendido a hablar y relacionarnos desde nuestro mundo personal el cual vamos abriendo en forma progresiva a nuevas realidades que van mucho más allá que la relación personal con el otro.
La "postmodernidad" no sólo nos trae nuevos productos para consumir, también nuevas formas idiomáticas que no hacen otra cosa que complejizar aún más nuestro ciclo existencial.
JOSE M. CARRERA N.